
Estando sumida en el ritual de ordenar la casa, me encontré con varios libros que en mi época de profe leí. Algunos por gusto y otros obligatoriamente para poder cumplir con la elaboración de las tan anunciadas pruebas de lecturas.
Grata fue mi sorpresa cuando me topé con El Principito. Cuantas veces lo leí y releí. Confieso que en cada época que lo tomaba, encontraba mensajes diferentes y profundos que llenaron mi alma de variados sentimientos. Por tal motivo es que quisiera compartir las enseñanzas de unas de las citas que siempre me han impresionado.
"Había, pues, semillas terribles en el planeta del Principito. Eran las semillas de los baobabs. Si no se arranca a tiempo ya no es posible desembarazarse de él"
Esta cita nos toca en la contingencia, nuestra sociedad está contaminada con semillas que sembramos nosotros y los demás, y que no distinguimos entre las buenas y las malas, cultivando malos hábitos y pensamientos.
La arrogancia es la terrible semilla que habita nuestro ser. La tentación es grande: dejarse llevar por la mirada negativa en relación al otro. Vivimos la cultura de lo externo, evaluando apresuradamente lo que vemos. Nuestra postura será la de descalificar toda acción ajena justificando la nuestra con argumentos sorprendentes.
Para la reflexión es que citaré los más recurrentes:
- Cuando el otro no termina su trabajo es porque es un flojo; cuando yo no lo termino es porque no me ha alcanzado el tiempo
- Cuando el otro habla de alguien es porque es un copuchento; cuando yo hablo es porque estoy haciendo una crítica constructiva.
- Cuando el otro defiende sus derechos es porque es un egoista y oportunista; cuando yo lo hago es porque tengo corage y capacidad para hacerlo.
- Cuando alguien hace algo sin que se lo pidan es un intuso entrometido; cuando yo lo hago es porque tengo iniciativa.
- Cuando el otro es rápido es porque es un pacotillero; cuando yo termino rápido es porque soy hábil.
- Cuando alguien se demora mucho en hacer algo es porque es lento; cuando yo me demoro es porque soy cuidadoso.
Así podría enumerar muchos más descalificaciones que han ensuciado nuestro lenguaje y actitudes, sin embargo, nunca es tarde, aún estamos a tiempo de sustituir nuestra mirada negativa y descalificadora.
¿Es posible? ¡Perfectamente posible!
Depende de cada uno de nosotros que vayamos limpiando nuestro corazón sacando de allí todo "baobab" que lo único que hace es ensuciar nuestras relaciones humanas, haciéndonos caer en una mirada despectiva frente al otro tan humano como cada uno de nosotros.
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