miércoles, 20 de abril de 2011

Y la Tierra ya se estremeció

En este último tiempo han surgido en mí sentimientos muy encontrados:  Se me hace difícil ordenar las ideas. Son tantos los discursos incendiarios referidos a los abusos sexuales y su relación con la Iglesia, que no me cabe duda alguna que sus ondas destructivas están ya, causando el  efecto demoledor sobre muchos de nosotros.

Crisis de credulidad relacionada con el sexo y el poder sacerdotal ¡¡¡Tremenda sorpresa!!! Y lo peor de ella es que todo lo comunicacionalmente expuesto es una realidad del porte de un buque
.
Son tan impactantes las reacciones escuchadas y leídas, que no puedo dejar de relacionarlos con las trágicas escena del  último terremoto, donde todo cae al suelo sin miramiento, y lo que queda en pie es mirado con recelo ante el daño sufrido. ¡No vaya a ser cosa que se nos caiga encima!  Mejor nos alejamos de ellos.
Y es eso precisamente lo que estamos pensando, estamos tomando resguardos, porque miramos aterrados las secuelas de este "sismo eclesiástico" como lo han llamado muchos.

Pero movida desde el sentido de la fe que se me ha sido regalada es que hoy me pregunto ¿Para qué tanto ruido y saturación de la noticia? ¿Dónde está el límite?  ¿Qué nos pasó que hoy reaccionamos con tanta frialdad frente a los que aún se mantienen en pie sirviendo a su Iglesia y cumpliendo con la Misión a la que se le ha sido encomendada?

Ciertamente que nadie espera que se abuse de su fe, pero ¿Es esa la Iglesia que ha caído?
Si es la de Jesucristo, claro que no, pero si es aquella donde hemos depositado toda nuestra fe y confianza solamente en los guias espirituales, evidentemente que sí,.

Ya es hora que sepamos distinguir a que Iglesia pertenecemos y miremos cuan divinizada la tenemos, por nuestra ingenuidad y silencios ante las jerarquías.

Ya es momento de sondear cuan responsable me siento al no saber acompañar a nuestros sacerdotes desde la humildad, sino desde búsqueda de privilegios al sentirnos orgullosos de ser sus amigos cercanos.
¿Es acaso esa la actitud que manifestaron los primeros discípulos?

Demos un paso más; recojamos el sentir de las víctimas vengan del lado que vengan, pero por favor seamos coherentes con nuestra Iglesia que no es precisamente un club de amigos sino la verdadera la que sigue una sola voz , la de los Evangelios para que esas palabras no sean solo letra, o un conmovedor relato, sino que nos ayuden a humanizar los tiempos que nos corren..

¡Bendita sea este escándalo! el me impone una sola cosa: revisar cuan fiel soy frente a lo que digo y hago en nombre de aquel en quien he depositado mi confianza. ¡Cuánto podríamos ganar si junto a nuestros sacerdotes y su jerarquías, revisáramos el modo de hacer Iglesia en medio de la cultura de hoy!
¡Bendito sea Dios que nos ha confundido y remecido los cimientos! Porque solamente de este modo nuestros pecados no continuarán echando raíces.

Un desafío gigante nos espera, abrir los espacios para que no quedemos unos frente a otros cuan míseros enemigos que buscan solo culpables y no el llamado "PARA QUÉ".




La tierra ya se extremeció , las casas ya cayeron, el grito de dolor y desconsuelo ha desaparecido de a poco y  el proceso de reconstrucción ya está caminando. Ahora queda por saber si lo que queda en pie es tan firme como para soportar el peso de la vitalidad que tiene una Iglesia confiada a las manos de Dios y nosolamente a  las del hombre.