lunes, 6 de junio de 2011

Rutina circence

Hace muchos años atrás, cuando los hijos estaban pequeños, más de alguna vez fuimos en familia al circo, donde en ninguno de ellos faltó la presencia de los tan esperados payasos, quienes como todos sabemos su sola  presencia  es sinónimo de pasar un buen momento, porque  de seguro en una de sus rutinas nos harán reír hasta no dar más.

Y fue así que en medio de esa función ,sucedió lo increíble, los payasos entre golpes falsos, caídas estrepitosas y frases llenas de chispa, provocan el efecto al revés en los niños allí presente, cuando en vez de reír frente a la parodia  muchos de ellos se asustan y comienzan a pedir a gritos que paren la pelea .por la cantidad de golpes y bofetadas dadas en pleno rostro de cada uno de los payasos que en ese momento actuaban pensando que su rutina nos haría reír.
 LA PELEA estaba lejos de ser aceptada como un acto cómico

Y es en medio de la contingencia de hoy es que esta escena resuena tan fuerte para mi, al escuchar las declaraciones de los llamados" personeros" los cuales me sitúan  de golpe en la forma de hacer humor , como si si estuviera asistiendo a la misma función de circo de antaño.

 Y lo digo porque hace rato que las interpelaciones o" llamados" se están desarrollando con los criterios de dar la primera bofetada ,pero no como chiste, sino con un sentido de emprenderlas contra el otro, en medio de una "fiesta" de descalificaciones .

Hoy día es claro presenciar entre las autoridades, actos de prepotencia, violencia e impaciencia que nos están debilitando la alegría de vivir.
La ausencia de diálogo, es notoria, cada uno defiende su causa, todos se declaran independientes,, las cartas abiertas, las responsabilidades en solitario, las puertas cerradas, los contra acuerdos, y un sin número de tirones entre los que tienen la palabra,  son el pan de cada día que me llevan  a recordar lo sucedido en el circo.., .

Lo problematico es que lo que está pasando no es una parodia, ,porque hace mucho rato que este estilo de relación entre las autoridades es un hecho notorio y público.

Triste espectáculo, todos ofendidos,defendiendo sus posiciones a costa de recados y descalificaciones.
Siempre con la misma historia, la confrontación llena de evasiones y golpes bajos dados con una abisman te falta de calides y cercanía entre ellos.

Y lo más sorprendente de este show es escuchar alzar la voz de uno de ellos en medio de la refriega pidiendo que paren la pelea ,porque lo mejor es vivir en unidad
 .
Como no recordar entonces aquel lejano día de circo, si por desgracia las técnica para solucionar los problemas hoy son tan similares a las mostradas por esos ingeniosos  y simpáticos payasos.
Claro está que hay una gran diferencia entre ellos que trabajan para hacernos reír ,mostrando en sus rutinas la dignidad de su trabajo y los otros que sin ningún espíritu de hacerse cargo de  su vocación de servidores públicos, utilizan la pelea para resolver las desigualdades y  amenazas que hoy rondan nuestra sociedad.. .

Y  como me quedé pegada con los payasos y los efectos provocados frente a las acrobacias para esquibar las bofetadas es que deseo que no siga este tipo de enfrentamientos que solo inquietan y provocan desasón .

 Y por ello es que en medio de esta nefasta realidad, se me ocurre  pedir al Altísimo hombres con alegría sana que sean capaces de impactarnos por estar llenos de buenas ideas, y no por la astucia demostrada para dar golpes bajos a aquellos que les  piden coherencia y buen manejo para cambiar los destinos del país.

En medio de la decepción igualita a la sentida en esa lejana función  he de esperar que esta súplica tenga eco, o si no, me veré obligada a iniciar una campaña para encontrar un nuevo nombre para este gran circo llamado gobierno de Chile.
La idea está sobre la mesa , ahora queda por verse quien dirá la última palabra;, Los que seguirán graciosamente , dando golpes con ninguneos y descalificaciones a grito pelado; o el pueblo que lo único que desea es volver a recuperar las formas de expresar  las diferencias en el marco del respeto y valores éticos que reinaron por mucho tiempo en medio de las autoridades que gobernaban a mi querido Chilito.