Largas jornadas. Con una temperatura ambiental tremendamente fría, que nos hacía temblar y apretar los dientes como una forma de expresar lo que pasaba en nuestros cuerpos, pero que no impedía permanecer participando de los responsos, liturgías y eucaristías realizados en su nombre.
Grandes momentos para la refrexión sobre el significado de su paso por la vida y las huellas dejadas en la gente en las cuales logró descubrir cual eran sus necesidades y dolores, olvidándose de sus propias cruces, para ir espontáneamente en su auxilio.
Sí, porque Aydee no puso trabas para compartir sus dones con otro. Nos llenó de alegría, paz y mucho amor. Estuvo siempre dispuesta, absorbida por las situaciones que se le presentaban, no mirando quién, sino qué necesitan, y allí estaba presente en cuerpo y alma mostrandonos la forma de como vivir y experimentar la misericordia.
Una mujer que fue tan delicada y preocupada de los acontecimientos que le rodeaban, que no dejó de prepararnos para su partida, haciéndonos partícipe de su cansancio ante tanta lucha por recuperar fuerzas de un cuerpo ya agotado, que no coincidía con la fuerza de su espíritu, el cual aceptaba el momento final donde se sabía iba a ser acogida en los brazos del Padre Dios. Ella nos instaba a no llorar, porque no se puede hacer eso por alguien que estará feliz.
A pesar del dolor que su partida nos provoca, en su testimonio de vida hay una Buena Noticia, ella no solo practicó la religión, siguió sus ritos y credos, sino fué más allá; Vivió conectada a Dios y sus hermanos.
Esto, traducido a sus acciones concretas, donde no pensó a quien ayudar, no calculó intereses, no puso precio a su tiempo, ni titubeó salir a terreno, fué la clara muestra de lo que creía, porque sabía que allí en medio de la gente y el sufrimiento humano estaba la fuente de contacto para vivir en comunión con lo que se cree.
No se conformó con dar por caridad. Iba siempre mostrándonos que lo que le pasaba a un hermano nuestro, no podía no importarnos, porque nuestra religiosidad tenía que estar conectada a la vida del otro.
¡Gran testimonio de vida! ¡Gran invitación y desafío a vivir en MISERICORDIA!
¡Gracias Aydee por el paso de tu vida en medio de nosotros!. ¡Gracias por mostrarnos el camino de cómo se vive la fe viva. Nuestra relación no ha terminado, porque estarás sienpre en nuestra alma, que intentará no practicar la religión sino desarrollar una relación viva con Dios.

Y tú, que leerás este testimonio, sea cual fuere tu religión, es nesario que mires a tu alrededor para descubrir como se puede colaborar en una sociedad que tiende a ver lo negativo, ocultar el dolor y hacerse invisible frente a los demás.
Aydee fue verdadera, no es ficción. Y como ella, podemos estar vivos en cuerpo y alma preocupados de hacer el bien a tantas personas que necesitan ser vistas y acogidas por nosotros.
Para el amor no hay barreras ni ideologías, debiésemos estar atentos en desarrollar nuestros dones y capacidades para llegar a entregarlos como seres que sentimos, pensamos y HACEMOS, y así construir una sociedad entera que dé muestras de humanidad, amor y misericordia.
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