miércoles, 15 de julio de 2009

Vivir en pareja


No es facil hablar de la vida en pareja en los tiempos de hoy donde el relativismo se ha apoderado en lo social y también religioso, donde todo vale y está regulado por el tener más que el ser.

En medio de este escenario es bueno hablar del matrimonio. Lo importante que es desarrollarse al alero de éste, cultivando el afecto, el respeto y la comprensión mutua entre los esposos y más tarde entre los hijos que tendrán fuertes consecuencias de identidad familiar, según sea la base recibida.

El otro día leí en un diario el resultado de una investigación donde se mostraba una cruda realidad: "Las parejas que han decidido formar familia hoy en día se desintegran en menos que canta un gallo, no hay tolerancia, respeto, ni caridad. Los problemas se resuelven rapidito y cada uno se siente con derecho a desarmar el compromiso que un día juró ante la ley y a veces ante Dios".

Es inevitable pensar en el sufrimiento, sobretodo de los hijos si es que los hay. ¿Qué pasa con los juramentos? ¿Es que el amor se rompe tan facilmente? ¿O es que no hemos aprendido a cuidarlo?

Está comprobado que el dolor es grande cuando se tiene que enfrentar la vida sin uno de los padres, sin pilares que sostengan los momentos de desolación ¡Qué equivocados estamos!

¿Cómo queremos vivir en una sociedad sana si nos farriamos la mejor oportunidad de compartir cada aspecto de nuestra vida con otro ser humano?¿Cómo nos liberamos de ese hábito instalado ya en la sociedad, de no reparar nada, porque todo es desechable?


Como pareja iniciamos el matrimonio soñando con formar familia. Nos arriesgamos a tal misión con la fuerza del amor, prometiéndonos estar unidos a pesar de los conflictos de la vida. Hacemos alianza de respetarnos mutuamente, de valorar las opiniones de cada uno, de llevar una vida de entrega y fidelidad cubriendo las debilidades mutuas.

Con esa seguridad de contar con el otro, es que nos atrevemos a caminar unidos por la senda del Amor.


Son tantas las expectativas y tan grande los deseos de vivir juntos, que nos lanzamos a la experiencia olvidando lo esencial; viviremos el día a día junto a otro ser humano que con el tiempo enfrentará su propio proceso de evolución modificando su cuerpo, su pensamiento y necesidades.


Todo centrado en lo idílico, lleno de romanticismo que no es malo pero muy dañino cuando nos hace olvidarnos de las características del Amor que es paciente, bondadoso, que todo lo cree, lo espera y lo soporta.

Muchos matrimonios se rompen por no considerar estas hermosas característica del Amor. Caen centrando la atención en lo que no tienen en vez de agradecer lo que poseen, creando espectativas de satisfacer todos los deseos rapidamente sin el menor esfuerzo posible y sin ganas de luchar por mantenerlo.

El matrimonio es como una vivienda, necesita constantemente atención y reparación.

La relación de pareja debe ser "pro-activa creativa", y no "re-activa" donde lo único que se nos ocurre es reaccionar negativamente al comportamiento del otro.

Podría señalar muchas características del buen amar. Lo único que estoy cierta es que si se vigila costantemente nuestra forma de hacerlo y consideramos el propósito evangélico centrado en la voluntad de Dios, seremos inmensamente creativos para mantener viva nuestra relación.

Hoy es tan importante cambiar la visión de vivir en pareja, que se hace urgente romper los mitos del amor romantico,y del apuro por solucionar dificultades. Si no lo hacemos nuestras futuras generaciones crecerán viendo cada vez menos el ejemplo de una fuerte relación entre dos personas que luchan por mantener su amor contruido en cimientos sólidos.

Permitámonos buscar y comprobar lo que agrada a Dios, no viviendo como necios sino como sabios( Efesios 5, 21, 10, 15, 17)

Es posible construir una relación de pareja sobre bases sólidas, saliendo de nuestros egoismos, para luchar codo a codo para que la relación perdure, al fin y al cabo el amor verdadero es lo único que queda cuando se ha consumido el enamoramiento.

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