Nos casábamos contra viento y mareas, y mi alma estaba llena de sensaciones que no alcanzaba a dimensionar.
Nervios me decían algunos; ansiedad me decían otros y los más me explicaban que era producto de la alegría y felicidad del momento que viviría , por estar cargado de romanticismo y amor .
Lo cierto era que lo único que deseaba era que ese instante de la ceremonia no fuesen a pasar con mis ojos ni mis oídos cerrados , porque tenía una gran intuición. El compromiso seria tan verdadero, como la aceptación de muchos allí presentes , que creyeron en nuestro amor y apostaron por nuestra felicidad.
Si porque no fue fácil llegar a ese momento porque los prejuicios sociales pusieron en duda nuestra enlace y muchas veces me encontré con personas que vaticinaban un fracaso rotundo a nuestra unión tan diferente en edades y preparación académica.
¡Es que cuesta tanto mirar lo que emana del corazón de las personas!
Fue así como en ese momento , no me pareció pertinente escuchar esos reproches y el "SI ACEPTO " fue tan grande como las letras en que las escribo hoy, para dar gracias a la vida y a nuestro padre Dios que siempre nos ha tenido sostenidos bajo la grandeza de su Amor
Hace 32 años que se descorcharon botellas de champán y celebramos entre amigos el acontecimiento, donde todos los que allí estuvieron presente nos deseaban felicidad.
Hoy al igual que ese día seguimos celebrando, sin algunos de ellos por que ya partieron, y agregados otros que se han unido en el camino , pero con el mismo espíritu de pureza y deseos de continuar regalándonos nuestras vidas hasta que la muerte nos separe.
Si, porque a pesar de las diferencias, siempre es posible construir sobre rocas, y es esa nuestra experiencia matrimonial.
Hoy puedo decir que no celebramos años de casados, sino años de haber sabido compartir sueños, deseos y esperanzas, sin quedarnos entrampados en las aguas turbias cuando estas aparecieron, sabiendo nos perdonar y reencontrarnos para continuar recorriendo el camino que Dios nos preparó cuando nos presentó e hizo que nos descubriéramos en el día a día de nuestro compartir.
Hoy al mirar las rostros de cada uno, claramente ya no somos los mismos, nuestro cuerpo ha engrosado, nuestras cien se han llenado de canas y nuestro caminar se hace más lento, pero si reviso como han sido estos años de vivir en pareja no solo doy gracias sino que se me hace más nítido el sentido de nuestra consigna y palabra recibida el día de nuestro matrimonio que nos decía "No me eligieron ustedes fui yo quien les elegí".
¡Y vaya que tienen poder! Porque se han convertido en lo que ha sido nuestro mirada frente al otro. Si hubiesemos creído que fuimos nosotros los que nos elegimos por sentirnos enamorados claramente nuestra unión no hubiese sido la suma de felicidad que nos ha dado la fuerza para acompañarnos y buscar la felicidad de cada uno como lo ha sido hasta hoy.
Así lo siento y celebro al Dios de la vida que ha puesto su mirada en nosotros y nos ha colmado de bendiciones con tres maravillosos hijos y un hogar donde se celebran los ritos de gratitud.
Gracias a los amigos, a Pablo, Alvaro y Sebastián, y a la comunidad espontánea que se formó desde el mismo día en que TODOS dimos un Si.
Querida mamá, muy emotiva tu columna y muy inspiradora por lo demás. Gracias a ti y al papá por ser un ejemplo de amor como fundamento de la vida. Sin lugar a dudas lo han sabido compartir, y se han dejado tocar por Dios en este camino, algo que admiro profundamente.
ResponderEliminarLos quiero mucho