jueves, 1 de abril de 2010

Solidaridad evangelica


Tanto he escuchado la palabra solidaridad este último tiempo, que de verdad quisiera retener muy claramente su verdadero sentido en medio de este mundo que reclama urgencia en todo.

He visto acciones concretas , donde cada uno en conciencia , tiene forma de acudir diferente.

Se entrega dinero. vestuario, alimentos, medicamentos , en fin, se da todo aquello que creemos servirá para apaliar el dolor y la tragedia de tantos hermanos nuestros que después de perder tantas seguridades como la de no poseer un techo, un trabajo, abrigo o simplemente no tener nada para comer.reclaman ser asistidos con prontitud por la gravedad de lo ocurrido.

Fruto de ello toneladas de ayuda fraterna viajan a los lugares más afectados. Nada queda al azar, todo grabado, publicitado y trasparentado. Por donde se mire todas estas acciones son absolutamente necesarias , pero me pregunto.

¿Es esa la solidaridad que debemos conformarnos con mostrar al mundo? ¿Debemos vanagloriarnos con el título de ser un pais por exelencia solidario?

Yo creo que no, porque la solidaridad implica una respuesta más profunda .derivada del fiel convencimiento que tengamos sobre las formas de acudir.

Una acción que, animada solamente por el afán ,obsesivo-conpulsivo de enfrentar con rapidez y eficiencia el dolor, daña muchísimo el mensaje dejado por nuestro , San Alberto Hurtado quien, ayuda con sus palabras a comprender la diferencia entre la practica de la caridad instantánea y la de ser parte del asumir con sentido fraterno el dolor de nuestras tantas familias que hoy se ven enfrentados al tremendo dilema de vivir sobreviviendo.

Es a ellos los que tenemos que acompañar en la recontrucción de sus vidas, con la misma fuerza como asumimos nuestras causas terrenales.

Ellos son los que hoy nos necesitan en presencia, en acompañamiento y en auxilio misionero, para ayudarles a salir del estupor que les ha provocado la tragedia de ser parte de, los escombros y las grietas dejadas por el terremoto.

Doy gracias a Dios por tantas Instituciones que movidas por el espíritu del Evangelio me hacen notar que hay muchas oportunidades y posibilidades de compartir y que con unos ojos bien abiertos conectados al corazón , siempre me mostrarán a ese alguien a quien SERVIR.

Muchas veces caigo en la tentación de dejarme llevar por la forma más cçomoda de mirar todo desde el punto de vista mediático , olvidando con impresionante rapidez los hechos que me han conmocionado y me conformo con ello, bloqueando toda emosión que me lleve a percibir que aún hay y siempre lo habrá , miserias y heridas que mitigar.

Mi gran anhelo es no llegar a quedarme en la farándula, ni la sobre-reacción del momento cuando se me pide ayuda fraterna, sino , desarrollar el don de la lucidez y sabiduria para enfrentar con sinceridad , que tan dispuesta estoy a testimoniar en el tiempo, la gran fase de nuestro San Alberto cuando me insta a DAR HASTA QUE DUELA.

Hoy todos estamos sufriendo y necesitamos urgentemente asistirnos para salir del individualismo y de las acciones aisladas, nos necesitamos y tenemos que luchar para llegar a ser personas que asumamos la fraternidad como una exigencia apostólica que va de la mano de nuestra fe. Que esperanzadora noticia seremos para otros,cuando logremos mantener en el tiempo la acción comunitaria en favor de todos y para todos .

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