
En medio de los hechos dolorosos a causa del terremoto físico que nuestra patria a debido enfrentar, nos llega una noticia que nos llena de alegría , la Santa Sede envía un representante del Papa , para entregarnos su mensaje de esperanza y consuelo que nos ayude a encontrar sentido e ir más adentro para entender las secuelas del gran movimiento sísmico.
Yo, como tantas otros fieles a la Iglesia , asistimos a una de las tantas ceremonias, en las cuales anhelábamos escuchar palabras llenas de "sentido y cercanía para nuestro pueblo".
Pero he quedado profundamente perturbada ante un sin fin de acciones protocolares que lo ,único que provocaban , era un distractor ante tanta protección para el representante de mi amada Iglesia.
Y aquí rescato una frase de un señor que expresaba su admiración ante la imagen bellísima de los barcos anclados en el puerto de Valparaiso con motivo de su participación en la Regata Bicentenario diciendo "que bueno es ver estas naves del siglo pasado en pleno siglo xx" . y yo que acababa de vivir una misa Vaticana , me decía a mi misma "que malo es ver estas imagenes de tantos privilegios, honores , ornamentos y protocolos del siglo pasado metidos todavia en la Iglesia de hoy".
Acaso tanta custodia, es "cercanía" No estarán los grandes lideres de la Iglesia demaciado encerrados en sus jerarquías.
Me preocupa tanta frialdad , tanta protección , tanta señal de desconfianza.
Es eso estar en medio del PUEBLO?
Esta y muchas preguntas surgen desde mi loco corazón que sale del templo con una sensación de haber escuchado a un Señor que leía su discurso con lindas palabras, todas ellas cargadas de grandes motivaciones para ser activos , solidarios y cercanos con el hermano que sufre, pero que por desgracia no lograba convencerme por la frialdad y distancia que vivenciaba el inexplicable trato como Excelencia Vaticana.
Me temo que esta sensación pertubadora ante tanto activismo Institucional , no fue solo mía, por los testimonios y comentarios de los fieles , que se sintieron ser alejados de su centro de interés por los guardias papales, que tan sobriamente vestidos se encargaban de ahuyentar a todo aquel que deseaban tocar, hablar e incluso besar a tan distinguido representante de la Iglesia Católica.
Como parroquiana , sentí que se empañaba un momento sagrado,al priviligiar la opsión de una ceremonia intachable, por sobre la imagen humanizadora que buscabamos en la persona del Cardenal.
Esta triste realidad me ha llevado a reflexionar con mucha seriedad respecto a la urgencia necesaria y valiente de parte del Vaticano a abandonar tantos ritos del siglo pasado. Siento que es necesario que la Iglesia entre en una trasformacion ritual que sea acorde a los tiempos, o de lo contrario los hombres de hoy cada día tendrán más argumentos para abandonar sus prácticas religiosas y declarar sin tapujos no ser parte comprometida de la Iglesia Católica.
Modernidad es posible sin abandonar los valores fundamentales que sustentan nuestra fe.
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