domingo, 1 de mayo de 2011

Resucitó, resucitó!!!!

Han sido muchas las misas de Resurrección asistidas acá en la ciudad, todas ellas con los mismos ingredientes: cantos de júbilo, velas encendidas y público multitudinario que, a veces con entusiasmo desmedido, anunciamos la resurrección de Jesús.

Todo ello al parecer ha dejado huellas en mi ser, pero creo que lo vivido este año jamás alcanzará la profundidad de los ritos anteriores, porque fue en medio de un contexto totalmente diferente, uno lleno de contratiempos e invitaciones diarias ha caer en el pesimismo, uno donde había muy poco que celebrar debido a los intensos contratiempos y luchas libradas por conseguir volver a vivir en la normalidad después del fatídico 27 de Febrero del año anterior.
Me refiero a Ranquilhue, una comunidad  rural que en su forma de interactuar con todos, demuestra que ha sabido sopreponerse al dolor y la desesperanza. El júbilo demostrado al anunciar la mejor noticia de ese momento era evidente. La muerte no era la última palabra y la fe en ello invadía el ambiente por la forma en que se expresaban.

¡¡¡Resucitó, resucitó !!! ¡¡¡Aleluya Aleluya!! Era el canto que salía de sus gargantas, sus voces eran firmes al igual que sus manos que sostenian la luz de anuncio por el Cristo resucitado.
La expresión de sus rostros era evidente, estaban llenos de fuerza, esa que solo da el sentirse envuelto en la Esperanza.


En medio de sus oraciones no había reparos ni suplicas. Se notaban dispuestos a asumir la voluntad divina por sobre la de ellos. Sus palabras reflejaban disposición a asumir la nueva vida, con el sello propio de las personas que cuentan con la confianza que todo lo que vendrá nunca será peor. No había señales de miedo a vivir. El sufrimiento post terremoto los tenía muchísimo más cerca del Señor resucitado.
A esta fecha no les importó no tener un lugar físico llamado Iglesia, ni menos no contar con un sacerdote que les guiara, sabían que los impedimentos no son causa de queja.. En lugar de aislarse buscaron una salida comunitaria convencidos que los obstáculos  no son causas para rehuir de la fe

Así celebraron, con un corazón sencillo y confiado. Era demaciado evidente el encuentro con Jesús Resucitado.

Y lo que más me impresionó fueron sus reflexiones finales referidas al significado de la luz que llevarían a sus casa. Una a una la fueron dejando entre los vecinos deseando como despedida toda la energía necesaria llena de buenos deseos y de esperanza que  sin duda  les permitirá continuar la vida sin miedos frente a los sufrimientos que de pronto se puedan aparecer sin previo aviso.
No había duda era un grupo consciente de sus propias cruces. La sonrisa de la  Esperanza les  permitiría  luchar  por la vida es hasta el final, y creo que nada ni nadie les haría cambiar el sentido de sus certezas.

Muchos quizás pensarán que este relato es producto de una imaginación,exacervada, pero lo que ellos me hicieron sentir en medio del rito de Pascua fue para mí, el autentico encuentro con el Señor Resucitado.
Estaba en medio de una celebración llena de sentido¡¡Era una energía imposible de no sentir!!
Lo vivido en esos momentos me llevaron a mirar mi propio sentido de vida y me pregunté ¿cómo es que yo creyendo ser tan fiel al Señor no he sabido resucitar ante mis propias cruces?

¿Cuántas veces he "forcejeado" con EL en medio de mis impotencias y pataleos interiores?
Pequeña yo, que en medio de lágrimas y desolaciones cuando me visita el dolor,  me he resistido a aceptar su voluntad , a pesar de cantar y anunciar tantas veces su resurrección.

Fue así como fui uniéndome poco a poco  al espíritu de ellos. La Resurrección estaba haciéndose carne en mí y pedí perdón por las flaquezas y  a la vez fuerzas para renacer  .
La renovación invadía mi cuerpo. Ya no estaré más sola ni llena de miedos.
Yo estaba resucitando junto a ellos, la paz invadía mi espíritu y no tuve alternativa alguna de negar lo que estaba viviendo. Era mi propia y  verdadera Resurrección.
Porque si el contento que inundaba mi alma en ese momento no es  resucitar, entonces creo  haber asistido una vez más a un rito muy largo y lleno de símbolos pero carente del verdadero sentido de Resurrección.
 Hoy al regresar,a la cuidad, ya no soy la misma, hay dentro de mi alma la firme Esperanza que no habrá nada que no pueda superar, y que siempre que se cierre una puerta, otra se abrirá, si lo hago junto al  único que me dará vida Jesús vivo.
Y fue allí  en medio de esos hombres y mujeres sencillos, que viví el mejor regalo...

La fiesta de la vida se dejó sentir,en mi alma, lo aparentemente imposible, se dejo ver. Sentí que estaba integrada en medio de un grupo que se ama, integra, celebra, se une y socializa sus certezas. Sin duda esta nueva experiencia ha dejado huellas muy profundas en mí y muchos desafíos.
Abandonar la ciudad, para ir a Ranquilhue, en principio fue un acto de deslealtad a mi Parroquia, sin tener plena conciencia que la Pascua de Jesús estaba reservada vivirla en plenitud junto a otros (no de tantos años conocidos), pero que con su amor solidario supieron motivarme para participar en a su sencilla y austera celebración.
Una vez más en la osadía que significa creer, para sentirse verdaderamente resucitado, me atrevo a plasmar esta experiencia que ha tocado fuerte las fibras de mi alma dejando entrever la gratitud por las maravillas inesperadas con las cuales la vida me sorprende.
Como me sentí tan en comunión con ese puñado de hombres y mujeres y sabiendo que ellos no serán noticia en ningún medio es que he querido plasmar en estas líneas esta maravillosa experiencia llena de sentido, sencilla y colmada de Amor
¡FELIZ PASCUA a la comunidad de Ranquilhue! La confianza y el amor por lo que hacen, será la fuente de energía para continuar luchando por lo que creo.

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